Opinión
Compromiso, experiencia y vocación: fundamentos para diseñar el Diplomado de Enseñanza de Español (ELE) USACH
El aprendizaje de una nueva lengua no solamente permite acceder a un mejor trabajo o viajar por el mundo; es la transformación de uno mismo. Este proceso inicia con nuestro acercamiento a la cultura, ya sea mediante libros, películas, series, música, y po
A medida que exploramos las particularidades de la lengua, sus usos, sus excentricidades, su belleza, empezamos a cambiar nuestras perspectivas sobre la cultura que habla ese idioma y, de paso, nosotros cambiamos. Vamos adquiriendo una nueva identidad desde la que vemos de otra forma nuestra lengua materna y la forma en que miramos el mundo.
Este proceso apunta a la unión y entendimiento, a la empatía y al diálogo. Es aquí donde la clase de lengua se convierte en un escenario dinámico y diverso con un propósito: generar el tránsito desde una cultura a otra y reconfigurar nuestra propia identidad. De pronto, nos damos cuenta que esa lengua ya no solo nos permite viajar, sino que es de por sí un viaje y deja de ser algo instrumental y pasa a ser algo intrínseco, pasa a ser nosotros.
Este fenómeno me ha apasionado desde que empecé mi carrera profesional como traductor y profesor de inglés como lengua B en programas de traducción. Ha sido un recorrido que me ha permitido redefinirme como individuo y como profesional. Durante estos doce años he aprendido a enseñar y también a aprender. He sido testigo de cómo el proceso reflexivo de un profesor puede traer un cambio significativo al aula y que la motivación interna por enseñar configura el rol docente que uno lleva a la sala de clases. Así, pasé desde una perspectiva tradicional que viví en mis años escolares a tratar de promover pensamiento crítico en las tareas y actividades. Mis clases no son perfectas y dudo que alguna vez lo sean, pero me conformo con saber que tienen el potencial de cambiar una vida, así como de inspirar y potenciar el deseo por saber y por aprender.
Como académico e investigador de esta universidad, creo firmemente en nuestra misión de cambiar la sociedad a la que pertenecemos. En este sentido, siento una gran pasión por la enseñanza de idiomas que me gustaría poder compartir con el resto del mundo. De esta forma, quiero que salgamos de patrones estandarizados de enseñanza y que podamos crear estrategias que promuevan el aprendizaje experimental y significativo.
Son estos ideales y convicciones los que nos llevaron a mí y mis otros colegas a diseñar el Diplomado en Español como Lengua Extranjera (ELE) de nuestra universidad. Queríamos un programa íntegro en que no solo se capacite al docente del punto de vista del conocimiento pedagógico, sino que también le permitan reflexionar sobre su rol como agente de cambio más allá de la sala de clases. Hablar de utopías es fácil, por lo que queríamos nutrir este programa con ideas extraídas desde la realidad y la contingencia inmediata: la inmigración y la interculturalidad.
En relación a lo primero, mis colegas Raquel y Manuel han generado un programa de español para haitianos que no existía en Estación Central para permitirles integrarse de mejor manera a la comunidad. Este proyecto ha sido tan significativo que se ganó el Premio a la Bidireccionalidad de 2017 de nuestra universidad, que permitirá generar el más grande anhelo de mis colegas: la producción de un texto de estudio digital disponible para todo aquel que quiera usarlo. Eso es lo que somos: agentes de cambio para mejorar el mundo en que vivimos.
Con respecto a la interculturalidad de la sala de ELE, creo que la lengua sin cultura no es lengua, por lo que en el programa del curso de español para coreanos que impartimos en el Instituto de Estudios Avanzados IDEA, María y yo tomamos la cultura chilena y mostramos lo lindo y no tan lindo de nuestra sociedad a un grupo de 12 alumnos coreanos. La cercanía, la desigualdad, las fiestas y otras temáticas fueron nuestro punto de partida para entregarles un barniz de quiénes somos y cómo somos.
En síntesis, el Diplomado que creamos es simplemente la culminación de todo lo que he mencionado: una experiencia reflexiva que permita a los posibles interesados a replantearse quiénes son, porqué son como son y, lo más importante, permitirles a otros entender todo lo anterior. Esta es mi pasión, lo que hago y lo que me mueve en mi día a día.
Néstor Singer Contreras
Jefe de Carrera
Lingüística Aplicada a la Traudicción
Departamento de Lingüística y Literatura
Facultad de Humanidades.
Universidad de Santiago de Chile